Escrito po:  Eugenio Rodríguez M.

hidroMucho se habla por estos días de la oposición que ha surgido en Pichidegua a la termoeléctrica Tagua Tagua, proyecto perteneciente a la empresa FibroAndes, del Consorcio Energético Nacional S.A. Se trata de una insistencia de la empresa ante un rechazo expresado en marzo pasado por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). La citada empresa quemaría guano de pollo, junto a otros acelerantes, para producir vapor y, de ahí, electricidad.

            Frente a este conflicto, apoyamos a la comunidad de Pichidegua; pero hacemos extensivo nuestro clamor contra todas las termoeléctricas. Porque, concentrados como estamos en el problema de nuestros vecinos, no se menciona que producir electricidad con materiales contaminantes es consecuencia de la oposición que ha surgido contra las hidroeléctricas. El foco principal al respecto es la campaña contra el proyecto Hidroaysén.

            Pero resulta que en la medida que nos opongamos a usar el agua para producir energía, estaremos dando lugar a una situación el doble o el triple de dañina: la proliferación de las termoeléctricas, como ésta que se pretende construir aquí en la provincia de Cachapoal. ¿Qué va a ser del aire, de las frutas y los cultivos de este entorno si se autoriza el funcionamiento de Tagua Tagua? Una pérdida muy grande en calidad de vida y de productos. Por eso es bueno que la comunidad de Pichidegua, las autoridades y los parlamentarios –algunos– se opongan a esta planta.

            Pero la otra pregunta sigue vigente como nunca, y lo va a estar con más intensidad todavía en el futuro, porque la demanda de electricidad crece día a día en el país: ¿Corresponde oponerse, aún con lo dicho una y mil veces, a las hidroeléctricas? ¿Vamos a dejar que los ríos que tienen potencial generador sigan escurriendo hacia el mar sin pena ni gloria, a causa, en gran parte, de los eslóganes?

            No debiera ser así, pero los opositores obtienen recursos para instalar campañas que atrapan al desinformado. Porque si lo analizamos bien, tenemos que el agua es el recurso más barato, más limpio y renovable que existe para producir electricidad. Cierto que las plantas generadoras obligan a intervenir una parte de esos ríos, pero es inevitable hacerlo. Como es inevitable construir tendidos de alta tensión para trasladar la electricidad desde las plantas, sean de la índole que sean, hasta los centros de consumo en campos y ciudades; en la industria, la minería o lo que sea.

            Si comparamos estos “daños” con los beneficios no hay dónde perderse. Pero las campañas contra las hidroeléctricas han causado daños mayores: hoy en día siguen apareciendo por todas partes generadoras a carbón, gas u otros combustibles. El carbón es el peor de todos, pero es comparativamente más barato, y por eso la abundancia; el gas lo es un poco menos, pero frente al agua no hay comparación. Y sin embargo…

            Por lo tanto, propongo que abramos los ojos, nos informemos, desconfiemos de las consignas y apoyemos los proyectos a base de agua. Que los cielos de Pichidegua y sus alrededores sigan limpios…, aunque lo que se queme sea guano de pollo.